La multimedallista centroamericana en Veracruz 2014, Nuria Diosdado, cumplirá este año una década en la selección nacional de nado sincronizado, deporte que la formó y que hoy en día no cambiaría porque ahora es parte de una familia de 11 hermanas que año con año se suman y que en esta ocasión, le permitirá llegar a sus terceros Juegos Panamericanos en Toronto, Canadá.
“Cada Panamericano lo vivo distinto y este definitivamente con más madurez y emoción, lista para dar mi mejor desempeño. La primera vez que asistí fue en Río 2007, y tenía apenas 16 años de edad; era una niña deportivamente hablando, apenas iba subiendo dentro del equipo”, indicó.
Recordó que en esa época se dedicaba hacer el equipo y con el paso del tiempo se dio cuenta que también estaba hecha para grandes cosas y decidió enfrentar otras modalidades como dueto y el individual.
Después continuó con Guadalajara 2011, unos Juegos que se realizaron en casa, pero sobre todo, en su estado natal donde contó con el apoyo de su familia y desde luego del pueblo mexicano. Para ella fue un evento histórico por el momento vivido, y aunque estuvo cerca del podio, le dejó una grata experiencia.
Diosdado, quien ya conoce las instalaciones panamericanas de Canadá, señaló que Toronto podría ser una revancha luego que hace cuatro años, el conjunto nacional se quedó a un paso de la medalla de bronce. “Estos Panamericanos pueden hacer el cambio, no quisiera prometer una medalla, pero si una entrega absoluta”.
Aunque con el compromiso de dar su máximo esfuerzo, la deportista expuso que lo complicado para ella sería terminar la justa panamericana sin haber brindado su entrega en la piscina, sin dar su mayor esfuerzo.
Independientemente del resultado, para Nuria Diosdado es importante quedar con la satisfacción de dar todo por México. En cada prueba y evento siempre sale con el deseo de triunfo, por eso tanto en lo individual como en conjunto, da el cien por ciento.
“Disfruto el individual, ya que es una rutina que está hecha para vivirla; el dueto me llevó a unos Juegos Olímpicos y creo que es la más difícil en cuanto a la perfección, pues un error se nota demasiado y en equipo podría perderse un mal movimiento”, señaló.
Desde los cinco años de edad, la competidora se adentró al mundo del nado sincronizado y con la cotidianidad se dio cuenta que estaba hecha para este deporte. Lo desarrolló hasta llegar el momento de no verlo como una obligación, sino como parte de su vida. Fue una niña alegre que además compartió la natación con las clases de piano y de francés.
“En este año cumplo una década en la selección. Soy una persona muy alegre que le gusta terminar lo que empieza y que da su máximo esfuerzo; me considero una mujer plena que ha cumplido todas las metas que me propuse y estoy sorprendida de hasta donde he podido llegar”, concluyó.
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